“No quiero que me vendas”, recuerda Eloina Feliciano que le pidió a su madre. Pese a sus súplicas, fue otra de las niñas entregadas en matrimonio bajo un acuerdo ancestral de comercio en el municipio de Metlatónoc, uno de los más pobres de Guerrero y de todo el territorio nacional.
“No somos animales. Los animales son los que se venden” Fueron las palabras de esta indígena mixteca de 23 años. Fue vendida a los 14 en la comunidad Juquila Yuvinani
En esta comunidad de Guerrero, enclavada entre las montañas, algunas familias intentan erradicar esta práctica del comercio de niñas que persiste en 66 pueblos del estado, y que es origen de un círculo de abusos contra las mujeres y pobreza para los varones que forman parte de sectores desfavorecidos.
Las dotes que cobran los padres de las niñas novias, que sólo aceptan esposos de esta misma región, oscilan entre 39 mil y 360 mil pesos, según habitantes de la zona. Abel Barrera, quien es un antropólogo y dirigente de la ONG Tlachinollan, que lucha contra este comercio en Guerrero, comentó:
“Las niñas quedan en absoluta vulnerabilidad. Su nueva familia las esclaviza con tareas domésticas y agrícolas, y a veces los suegros abusan sexualmente de ellas”.
De los 81 municipios de Guerrero, los más pobres persisten en la práctica de comercio de niñas.
Virgilio Moreno, líder comunitario de 72 años en Metlatónoc, dice que apenas 300 personas aceptaron dejar la práctica del comercio de niñas en Guerrero, y reclama atención de autoridades federales:
“La mayoría sigue vendiendo a sus hijas”, lamenta Eloina Feliciano, vendida por alrededor de 360 mil pesos.
Con información de: Unotv